martes, 13 de junio de 2017

Mancera, la isla fuera del tiempo


Entre Corral y Niebla, una pequeña isla se mantiene indiferente al paso del tiempo. Por su único sendero de tierra no circulan vehículos, predomina el silencio y lo único bullicioso son los grupos de turistas que arriban cada tanto para visitar el Castillo San Pedro de Alcántara. Pero apenas se van, nuevamente reina el silencio.



Isla Mancera

Isla de Mancera

Isla de Mancera

Desde Valdivia tomé una micro que me dejó en el embarcadero. Bajé por una pendiente y llegué hasta una pequeña embarcación con algunos pasajeros. El día estaba nublado y caía una suave llovizna. Sonó el silbato y la nave partió. Me encanta andar en bote. El vaivén de las olas, el aire marino, los pasajeros contemplativos.

Avanzamos entre la neblina y delante nuestro apareció la silueta de Isla Mancera, algunas embarcaciones y unas pocas casas.

Apenas bajé de la lancha, aparece un grupo de personas y un tipo con un megáfono: "¡Cómo lo están pasando!". "¡Bien!" Respondieron todos a coro. "Ahora visitaremos El Fuerte de Mancera". Respiré profundo y partí caminando en sentido contrario. En la orilla me encontré con un hombre y un joven desenredando redes de pescar. Tras ellos, los botes flotaban rodeados de niebla y con gaviotas como únicas tripulantes.

Isla Mancera

Isla Mancera

Isla Mancera

A un hombre le pregunté si desde ahí podía dar la vuelta a la isla caminando. "Así es", me respondió. Entonces me alejé de los botes, caminé por una pequeña playa y ascendí por escaleras de madera hasta un pequeño y precario mirador donde comenzaba un sendero de tierra. Desde la puerta de una casa el cráneo blanco de una vaca me observaba, mientras los aguiluchos merodeaban por el piso en busca de comida.

Isla Mancera

Isla Mancera

Isla Mancera

Avancé a paso lento, haciendo algunas fotografías con el celular y con la cámara. El lugar me encantó. El silencio, la llovizna, la tierra húmeda bajo los zapatos. Todo me envolvía y me trasladaba a otro tiempo.

Isla Mancera

Un poco antes de llegar a la curva que conducía al castillo, me encontré con un paisaje idílico: sendero de tierra rojizo, un portón blanco de techo rojo y enormes árboles que extendían sus ramas en lo alto hasta perderse en la niebla. Me sentía dentro de un cuadro, respirando profundo y observando. Disfrutando cada detalle del paisaje y, bueno, fotografiando. Intentando capturar aquella perspectiva del paisaje que me hacía tanta sintonía.

Castillo San Pedro de Alcántara

Castillo San Pedro de Alcántara

Castillo San Pedro de Alcántara

Luego de ese momento de clímax visual, continué mi camino hasta el Castillo San Pedro de Alcántara. Ingresé por un túnel hasta una explanada cubierta de niebla. En ella pude distinguir la base de construcciones antiguas donde se podía leer su uso original (casa del gobernador, iglesia). Las paredes que rodeaban el castillo se encontraban prácticamente intactas, al igual que el polvorín, posteriormente utilizado como cárcel.

Castillo San Pedro de Alcántara

Castillo San Pedro de Alcántara

Isla de Mancera

En el lugar habían algunos visitantes más. Caminé a paso lento hasta el borde del acantilado donde descansaba un cañón y se podía observar el ir y venir de los jotes. Hice algunas fotografías más y luego bajé hasta la caleta de Mancera. Indiferentes, dos cisnes se balanceaban al ritmo suave de las olas. Un poco más allá, en medio de la espesura blanca, aguardaba el bote que me llevaría de regreso a Niebla.


Isla Mancera #Valdivia
Hernán Castro Dávila 
17 de julio del 2017 
Valparaíso, Chile

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